miércoles, 11 de junio de 2008

De la artesanía


Como citaba en mi entrada, pretendo que la artesanía esté presente en mi blog al menos tanto como lo está en mi vida, a pesar de que ahora esté en dique seco y en período de reflexión.


Frente a mi tienda en Zafra hay un bazar de esos orientales: enorme, por cierto. Cuando de repente descubro que me he quedado sin chinchetas y mi recurso es el bazar... ya a ciencia cierta sé que me durarán poco o nada, si es que consigo que claven en mi pared; al entrar el olor a plásticos de diversa índole es espectácular, y la cantidad de gente que hay dentro comprando impresiona más todavía, si cabe. Allí ahogan más de uno sus ansias por consumir a toda costa aunque lo que se lleve a casa no le dure más allá de un uso, pero ¡qué demonios, se llevó la bolsa llena de cacharros que, aunque no le sirvan para nada, pues pesan!

Creo que soy artesana entre otras cosas porque siento fascinación por la artesanía, por todo aquello que tiene la impronta de las manos de alguien en el objeto, y porque desde luego son pequeños tesoros que uno cuando compra pretenden que le duren siempre o el mayor tiempo posible. La habilidad de unas manos es algo difícil de valorar, el trabajo, el esmero puesto en él; el material, el acabado, las horas de trabajo.

Las cosillas que voy comprando a mis amigos artesanos no recuerdo muy bien donde las compré ó en que año, pero sí sé quien las hizo y por qué las compré, a quién se las regalé y por qué aunque hayan pasado 15 años, no dejo de usarlas: unas botas de un chico de Cádiz, un bolso de cuero de unos chicos de Huelva, una mecedora de Paco de Rute, unos pendiente de Ale, una bandeja de corcho de mi padre, un solitario de Julia y Gabriel de Portugal..., todas las piezas artesanas contienen mucho más que solo materia: tienen un pedacito del artesan@ que la hizo.

Desde luego la artesanía por su precio no es un bien de consumo al uso, es difícil ser un gran consumidor de artesanía a menos que tengas un poder adquisitivo alto; pero la sensación de llevar a tu casa uno de esos pequeños tesoros... en fin. No tiene palabras.

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