domingo, 8 de mayo de 2011

Un valle de Cáceres, un valle interno. MLG

El agua cae desde arriba, de allá donde nazca, la roca es generosa y le abre un canal de paso suave, rápido, resbaladizo.


Ella comienza su taller, le ha crecido el pelo, pero su gesto permanece, pone antes de pedir que pongas tú, habla de sí misma sin pedir. Ofrece, regala con lazo, y sus palabras encienden vela por vela mis añoranzas, mis miedos, mis victorias; me da nombres para sentimientos sentidos pero no expresados, sintoniza mi sentido y mis palabras. Todo cobra una nueva visión, una nueva entidad. Nada vuelve a ser como antes.
Nos conecta, nos acerca, nos permite, nos invita, a encontrarnos más.


Las flores están por doquier, y su blanco colorea las laderas del valle, allí donde te alcanza la vista, la vista es maravillosa. Imborrable.


No lo había dicho nunca, no me lo había dicho nunca y menos con esas palabras, pero según lo estaba narrando comprendí que ese es el verdadero sentimiento, el que sentí siempre, el que se mantiene ahora, al que no le pido nada ya y todo es bueno.

Con profundo afecto y admiración.

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