domingo, 26 de octubre de 2008

Un aperitivo de mi fin de semana de Rakú

Había una vez un ceramista japonés que acababa de sacar de su horno unas piezas de rakú de una mágnifico color rojo, mientras miraba su obra recién sacada llegó hasta su taller el emperador y, admirando aquel acabado, le encargó un juego de té con ese mismo color. El ceramista aceptó el encargo, a sabiendas de que la fórmula para conseguir aquel resultado lo tenía a buen recaudo y bastaría con repetir el proceso.
Para realizarlo contaría con un mes, pero el artesano no quería dejarlo para última hora, así que se puso con el trabajo enseguida. Cual no sería su sorpresa cuando medidas una por una las proporciones de los ingredientes, y una vez sacadas todas las piezas del horno, el color no era ni parecido al buscado.
Día tras día intentó repetirlo, cambiaba elementos, repetía formulas, cambiaba temperaturas pero el resultado nunca era el deseado.
El día antes de la entrega, el ceramista desesperado, no sabía que hacer y decidió repetir la fórmula inicial concienzudamente, aún con la certeza de que al abrir de nuevo el horno no aparecería el preciado color. Mientras trabajaba y ante la expectativa del ridículo que haría al día siguiente, no lo pudo resistir y se lanzó al horno.
Al día siguiente, el emperador y su séquito fueron al taller del ceramista y lo buscaron sin éxito por todo el taller, lo que sí encontraron fue el horno encendido y esperaron a que enfriara para abrirlo y allí estaba el juego de té de color rojo brillante...

Lo que el ceramista nunca supo, es que a su fórmula anotada le faltaba el añadido del gato que se cayó por accidente al horno el día que consiguió aquel color deslumbrante, era el añadido de la materia orgánica lo que provocaba aquel resultado tan espectacular.


La espectacular técnica del Rakú, tan azarosa, tan apasionante...
Con la imagen aún clara del horno abierto a 970 grados, el rojo de las piezas a esa temperatura, el sonido de los esmaltes que rompen y craquelan, el fuego reductor que dibuja en cada vasija. Un aperitivo, os cuento más.

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