jueves, 26 de junio de 2008

Cuando llega el verano me gusta leer un poco así a salto de mata: hojeo libros que ya leí, busco algunas anotaciones que hice o cosas que subraye por algún motivo, leo poemas sueltos de algún libro de los que tengo por casa, cuentos, cosas para entretenerme y cosas divertidas… un poco de todo. Este poemilla lo leí ayer, hacía tiempo que no abría la antología de José Hierro.


Sencillez. José Hierro.

Y a las noches suceden
los días; y a las lluvias
los soles. Y no hay nada
que dure más que espuma
sobre arena, o relámpago
entre nubes, o música
en los aires, o luz
sobre las hojas húmedas.

Y todo pasa, y nada
que sea nuestro dura.
Todas las cosas llevan
dentro de sí su tumba.

Es preciso caer
malherido en la lucha.
Amar mucho. Sentir
mucho. Mirar la luna
ascender muchas noches
teniendo el alma a oscuras.

Qué palabras nos llenan
entonces de hermosura.
Qué vieja ciencia sabe
desvanecer las brumas.
Cúantos instantes muestran
su evidencia desnuda.Cómo se encierran todas
las verdades en una.

Mirad: la primavera
ya vuelve. Ya se anuncia
en las yemas del álamo,
en las aguas profundas.
Cielos azules. Vidrios
transparentes. Verduras
inmensas. Lejanías
de playa y humo…



Nunca
lo entendimos. Miramos
hoy la vida que apunta:
margaritas de oro,
campanillas de bruma.
Qué sabor nuevo tiene
todo, como si dudas
y espinas no existieran.
Como si la hermosura
vieja hallara en el alma
vieja su concha justa.

Se ve el ayer –tan lejos-
constelado de agudas
espinas, y se siente
como dolor de turbias
riadas que llevaron
nuestra mejor ternura.

Ahora vuelve a ser todo
sencillo y claro. Busca
su centro el alma y tiene
su centro en las menudas
evidencias. La mina
se encierra en la confusa
realidad que pisábamos
y que no vimos nunca.

Así es todo de nuevo
sencillo, se desnuda
maravillosamente
mostrando su hermosura.

Es hora de cantar,
mas la boca está muda
ganada por la mansa
sensación de ventura.

No hay comentarios: