martes, 2 de marzo de 2010

Un final para Nati

Nati dejó un cuento sin final, yo le puse uno de millones posibles. podéis ver sus cuentos en su blog, está entre mis blog amigos a la derecha de la página.


Cerró los ojos, y en ese preciso momento pasaron por su frente de tela cientos de sucesos, días de representaciones y nervios.
Con mucha delicadeza Trisy le abrió la puerta y del interior respiró aquellos viejos olores aún conservados como el primer día.
Le costaba avanzar con sus patas viejas y quebradizas pero a medida que se internaba en aquel lugar los recuerdos se hacían aún más vívidos, más cercanos.
-¡cuánto echo de menos sus pesos, su forma de tomar asiento! Cada persona que se acomodaba encima de mí lo hacía de un modo distinto y yo era capaz de distinguirlos por ello. Pero fíjate ahora, ¿quién lo haría? con mis telas raídas, mis patas astilladas, mohosas... nadie, nadie lo haría.
Trisy lo escuchaba silencioso, miraba a su amigo con curiosidad, con cariño. Tenía un plan, así que cuando lo dejó de nuevo al lado del piano, salió hacia aquel cuarto del fondo del pasillo y durante días fue cogiendo entre sus dientes pequeños utensilios, herramientas y telas que encontró.
El taburete lo observaba salir mañana tras mañana, se daba cuenta de que algo había cambiado en su amigo y se preguntaba qué motivaría aquel cambio; aquellas idas y venidas.
No se extrañó que una mañana con la salida del sol le pidiera que lo acompañara, quería mostrarle algo en lo que había estado trabajando los últimos días.
Cuando entraron en el viejo taller el taburete vio como el pequeño ratón había preparado todo lo necesario para... ¿arreglarlo? ¿Cómo sería posible?, Trisy no tuvo ni que explicárselo, el taburete se subió a la mesa de trabajo y se dejó hacer. El ratoncito era habilidoso, concienzudo: lijó su estructura de madera, soltó las tachuelas, despegó las viejas telas, y poco a poco fue sustituyendo aquí, barnizando las patas, poniendo nuevas espumas y telas sujetas con nuevas tachuelas en el asiento.
El taburete permaneció durante todo el tiempo como dormido, le daba un poco de miedo despertar, y reencontrarse consigo mismo. Pero cuando su amigo dejó de trabajar sobre él tomó aire y quiso verse de nuevo.
Trisy lo miraba con una sonrisa en los labios, al primer movimiento se dio cuenta de que sus patas ya no rechinaban, ahora eran suaves y firmes y lucían un brillo satinado precioso. Ya no era de un indefinido color beige, en vez de él tenía una preciosa tela bermellón con flores de lis en amarillo cadmio. ¡¡¡No podía ser él!!! Se miraba una y otra vez, y de sí mismo pasaba a mirar a aquel amigo suyo, que allí, tan pequeño, sonreía viendo el resultado de sus horas de trabajo.
Aquella noche los dos se durmieron muy tarde... uno acurrucado encima del otro. Aún no se habían despertado cuando escucharon el sonido de un motor cercano que se paraba frente a la puerta del teatro. Los trabajadores entraron comentando entre ellos todo lo que tenían para desalojar antes de que viniesen los albañiles.
Al entrar en el cuarto del piano se quedaron boquiabiertos, frente al piano había un pequeño taburete de colores brillantes que destacaba entre todo el mobiliario descolorido y desvencijado.
-Pedro, coge ese taburete, lo guardaremos, será perfecto para cuando acaben de restaurar el piano. ¿Cómo es posible que se haya mantenido así durante los 15 años que lleva cerrado este teatro?-
Trisy observaba la escena tras una de las patas del piano, sonrió para sí.
-Amigo aquí te espero-, pensó.-Nos veremos pronto y entonces tendrás todo lo que añoraste.

2 comentarios:

Nati dijo...

Josune eres fantastico y me alegra compartir con mi amiga beatriz lugar entre tus segidores, es fantastica pero eso ya lo abras comprobado tu.
Yo estoy donde sabes para lo que necesites o para cuando quieras entrar y quedarte.
gracias por todo lo que dices de mí en tu blog.
Besos amigo Nati,

Josune dijo...

Hola Nati, perdoname, pero me he estado riendo un poco con tu comentario... es que en realidad soy mujer y lo de que me tomaras por un hombre... me ha hecho mucha gracia.
Pero no vayas a preocuparte, no tiene importancia.
Lo de Beatriz, en realidad es todo un LUJO; cada vez que tengo un momento para compartir con ella disfruto como una enana.
Un abrazo fuerte guapa. Josune.