domingo, 31 de mayo de 2009

Un Míster Bones para el hombre de las bolsas.

Camina por el borde de la carretera, más o menos a la misma hora, habrá salido de los Santos a las 9 y media; lleva según la temporada una vestimenta u otra, pero siempre la misma, hoy su camisa y sus pantalones vaqueros, y en la mano dos o tres bolsas. Su edad no importa, no se sabe; no hay donde buscarla. Todo lo que lleva es un rictus en la cara, ¿qué quiere decir? ¿sufre? ¿siente dolor? ¿está cansado? ¿hacia donde va? ¿por qué no hace autostop? su expresión no varía, se repite como sus pantalones, y como ellos está gastada.
Su paso es cansino, está cansado de hacer el mismo camino todos los días, las piernas le pesan, su cuerpo entero le pesa, todos sus pocos kilos se reflejan en su cara... ¡tanto pesa!...¡maldito peso!.
Le imagino un Míster Bones... ¡cuánto necesita de su compañía! al pie, acompañando su soledad.
De los Santos de Maimona a algún punto kilométrico camino de Sevilla y vuelta a los Santos.

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